Una escuela moderna demanda el uso de las nuevas TIC (Tecnologías de Información y Comunicación) ya implantadas a niveles básicos, tanto por su actual utilidad como su futuro. Serán la posible salida laboral de decenas de los alumnos. Y expertos en Educación lo corroboran: se considera ahora «analfabeto funcional» a aquellas personas que no tienen adquiridas las capacidades pertinentes para comunicarse y expresarse de un modo comprensible en una sociedad dinámica que está en constante evolución y donde internet es clave para acceder a múltiples servicios.
La evolución es vertiginosa y positiva en algunos casos: hace menos de 40 años (1981), un gran porcentaje de la población española -un 25% de los varones y un 23% de las mujeres- no sabía leer ni escribir, indica el Ministerio de Educación. Actualmente solo quedan bolsas residuales de ciudadanos (entre 1,7 y 2%) que sufren la segunda de las carencias (no saber ni las cuatro reglas) gracias a los esfuerzos de las Administraciones públicas.
Sin embargo, la primera brecha aludida parece crecer todavía más ante la imposibilidad del ser humano de adaptarse ante tanto nuevo «cacharro» y sustituir la lectura por el consumo compulsivo de las redes sociales. Con el añadido de que muchas de esas TIC (de origen militar) esconden grandes fracasos empresariales y por lo tanto económicos.Muchos eran simples proyectos especulativos. Otra burbuja como la del ladrillo o la próxima de los bares.
La escuela pública lleva tiempo introduciendo estos nuevos materiales pero ese brutal avance tecnológico y su carácter especulativo hace que el esfuerzo inversor (aún bajo por la recesión económica y sus recortes) hace que el desarrollo quede en aguas de borrajas. Los periodistas y resto de educadores profesionales tampoco podemos ponernos al día de tanta TIC y de sus utilidades algunas muy dudosas.
Nadie es Bill Gates o Mark Zuckerberg para dominarlas pero no podemos ser unos «analfabetos». Y olvidarnos de su relación con la economía y las relaciones laborales: el quinto hombre más rico del mundo quiere construir su propio pueblo para los trabajadores que no pueden pagarse los alquileres en el gran valle tecnológico que alumbra gran parte de esos inventos. Paradojas de la globalización.