Una de las cosas que más me han sorprendido este año es sin duda el machismo existente entre los adolescentes del que ellos, sin duda, no son conscientes. En una clase en el IES Fernando Savater de Jerez pude dar buena cuenta de ello ante los atónitos ojos del tutor, los míos propios y los del resto de alumnos.

Uno de los chicos explicó que sin duda si su novia le pusiera los cuernos o su hermana pequeña lo hiciera con su pareja, él no haría nada, sino que mandaría a alguien a que lo hiciera por él, preferiblemente una mujer. Mataba así dos pájaros de un tiro: evitaba ser acusado de machista y eludía responsabilidades. Pero el tutor no se lo puso tan fácil: «un sicario?», le espetó.

Una alumna, a la que su ex pareja le había sido infiel, manifestó una conducta similar. Justificaba, en este caso, enviar a un amigo a agredir físicamente, si era necesario, a quien pusiera cuernos. Entre el tutor y este profesor intentamos explicarles a ambos que dichas conductas desembocarían el día de mañana en actitudes que ellos criticaban tanto y que creían excluidas al ámbito de sus progenitores y abuelos. Así que, les explicamos, hay que combatir esta lacra desde tempranas edades, pues luego desembocan en lo que hoy día está tan desgraciadamente de moda: la violencia de género.