Ha sido un placer… volver a clase

Por Juan Ignacio López

No pensé yo que, a estas alturas (y no quiero parecer vanidoso), me asaltarían los nervios y la inquietud propios del primer día de clase. Si bien por la propia profesión estoy acostumbrado a hablar en público, capeando de manera discreta la situación, ésta vez era diferente.
Pertrechado con un botellín de agua, un pen-drive y papeles, por si fallaban los soportes digitales, me presenté ante la clase. Chicos y chicas de tercero y cuarto de ESO, o lo que es lo mismo ¡adolescencia en plena ebullición!

Minutos antes de acceder a las aulas (llegué al instituto con la suficiente antelación) comenzaron los interrogantes: “¿Cómo lo hago? ¿qué pensarán de mí? ¡Tengo que hacer lo posible para que no les resulte un ladrillo!”.
Había preparado una crónica de informativos para leérsela con tono radiofónico y tratar así de romper el hielo. A medida que me presentaba, les explicaba por qué estaba allí y les avanzaba los contenidos del proyecto, las caras de extrañeza y los resoplidos (que los hubo, claro que sí) se fueron tornando rostros de curiosidad. Esa metamorfosis supuso el respiro necesario para afrontar una preciada responsabilidad: acercar a nuestro futuro generacional más inmediato una profesión tan apasionante como desconocida para ellos.

Tras exponerles los criterios básicos del periodismo y la evolución de la prensa y medios de comunicación hasta nuestros días, llegaron los temas comprometidos. Por ejemplo, el tratamiento de la violencia de género o la inmigración desde el punto de vista periodístico. En este último punto, un alumno expresó cierto rechazo hacia “quienes vienen de fuera, con el paro que hay aquí”. Mi reacción fue tan natural como asimilada por el conjunto de la clase. Bastó recordar que “todos tenemos algo de inmigrante. Sólo tenemos que indagar en nuestro árbol genealógico para descubrir que algún pariente o antepasado llegó aquí, procedente de algún pueblo de la Sierra, de otra provincia, región o incluso de otro país, en busca de una vida mejor, con más posibilidades”.

La experiencia ha sido más que satisfactoria. En lo personal, me quedo con haber acercado a esta ‘tropa’ los entresijos de la profesión periodística.
Escucharles comentar el telediario de la noche anterior, analizar y criticar el sentido de alguna que otra campaña publicitaria o discutir la composición de una noticia son suficiente recompensa.
Quiero pensar que, tras haber participado en esta serie de talleres han dejado de ver el periodismo y los medios de comunicación como una maquinaria desconocida, que despacha titulares de manera aleatoria a través de la prensa tradicional, la radio, la tele o internet.

En la sesión de despedida en cada uno de los tres centros en los que he impartido ‘La Llave Maestra de la Comunicación’ (SAFA, IES Seritium Y La Salle Santa Natalia), con inevitables tintes de melancolía, mis últimas palabras han sido las mismas: “ha sido un placer volver a clase. Muchas gracias por vuestra atención”.

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