Analizar los medios de comunicación desde una perspectiva de género significa estudiarlos contemplando las diferencias entre mujeres y hombres que lleva consigo el sistema sexo-género en nuestra sociedad. Hay que distinguir entonces entre ‘sexo’ y ‘género’ para poder comprender de qué se trata. Mientras el sexo hace referencia hace referencia a los rasgos de tipo biológico y físico que vienen determinados por la naturaleza (establece dos categorías: hombre y mujer), el género designa las diferencias entre mujeres y hombres construidas socialmente en base a las diferencias biológicas-sexo-, estableciendo las categorías: femenino y masculino. Cuando se dice construidas socialmente se refiere a los modelos de comportamiento que se adquieren a través de la socialización tanto en la familia, la escuela, los amigos, o los medios de comunicación. Por tanto el sistema sexo-género designa el conjunto de prácticas, símbolos, representaciones, normas y valores sociales que las sociedades elaboran a partir de las diferencias sexuales.
Además de la familia, la escuela y el grupo de amigos y amigas, los medios de comunicación también inciden en la construcción del género, reproduciendo y difundiendo qué es ser ‘masculino’ y qué es ser ‘femenino’.
Diferencias de género en los medios de comunicación:
Una vez que establecida la definición de ‘género’, cabe peguntarse ¿los medios de comunicación reproducen las diferencias construidas socialmente entre hombres y mujeres? ¿hay un tratamiento diferenciado en los medios según el sexo del/la protagonista?. El estudio Gènere i informació , realizado en 1998 por Juana Gallego, señala que las mujeres son citadas en los títulos de las noticias en sólo un 10’25% de los casos. (de las 30.793 menciones de personas, sólo el 11’8% correspondían a nombres de mujeres). En 2003, el libro La prensa por dentro: producción informativa y transmisión de estereotipos de género , coordinado por Juana Gallego cifraba la presencia masculina en el 50’4% de los enunciados; el 40% eran formulados de forma abstracta; sólo un 4’6% contemplaba presencia femenina; mientras que otro 4’6% tenían presencia mixta y perspectiva de género. En 2012, el Informe sobre la Distribución por sexo de los tiempos de palabra en los informativos de las televisiones públicas andaluzas, realizado por el Consejo Audiovisual de Andalucía (CAA), contabilizaba que 3 de cada 4 intervenciones en los informativos son masculinas, equivalente a una media de tiempo de palabra de las mujeres del 26’7%.
Tradicionalmente hombres y mujeres han ocupado diferentes espacios, debido a una herencia patriarcal que relegaba a las mujeres a un ámbito doméstico (hogar, cuidados) y a los hombres a un espacio público (trabajo, política, etc). Esquema que se ha perpetuado en la división del trabajo, y que ha impedido la conquista por parte de la mujer del espacio público. Por este motivo, se explica en parte que en los medios de comunicación las mujeres no estén representadas en algunas áreas como por ejemplo la información económica o internacional, al ser ámbitos donde aún no han destacado muchas mujeres o bien no han llegado a los puestos de decisión (más visibles), y sí estén más representadas en otras áreas como sociedad, cultura o televisión. Para visibilizar en los medios de comunicación a mujeres en diferentes áreas de conocimiento, se están creando censos de expertas como herramientas que faciliten a las y los periodistas el acceso a fuentes femeninas para visibilizar a mujeres especialistas en diferentes ámbitos.
Sin embargo, existen diferencias de gran relevancia que no tienen tanto que ver con el cuántas veces se le representa sino con el cómo. Es decir, en las diferencias cualitativas.Como por ejemplo como cuando se enumeran las personas asistentes a un evento y se pone a las mujeres en último lugar; cuando se hace mención a su estatus familiar, como hija, esposa, novia, madre de… en lugar de citarla por su nombre o profesión; las preguntas sobre el afecto y sus lazos familiares en las entrevistas personales, cuestiones que en muy pocas ocasiones se realizan a los hombre; trivializar sus actos si son bellas, resultando ser las tontas o culpables del suceso; la mala identificación, al no aparecer correctamente su nombre y apellido, por ejemplo la auxiliar de enfermería contagiada de Ébola en 2014 en España, salió en los medios siendo más veces citada sólo por su nombre de pila, Teresa, que por su nombre completo, Teresa Romero, así como la carga de valores y creencias sexistas que llevan consigo ciertos adjetivos y metáforas. Por otro lado, igualmente algunas fotografías destacan un enfoque parcial y desvirtuado del colectivo femenino: invisibilizando a las mujeres cuando aparecen flanqueadas por hombres o en un grupo mixto y no se la identifica en el pie de foto, bien citándolas con un genérico masculino, o incluso cambiándoles de sexo; como objeto sexual y de deseo, empleando incluso un encuadre de cámara que muestra en plano detalle una parte del cuerpo de la mujer; o la frecuente imagen de catástrofes naturales o sucesos donde las mujeres víctimas lloran y el sufrimiento de los hombres se oculta.