El desarrollo de la tecnología siempre ha influido en el periodismo. Por ello, no iba a ser menor la incidencia de la llegada de las nuevas tecnologías e Internet en el periodismo actual. Sin embargo, estas herramientas están también al alcance de todo el mundo. Toda persona que tenga un dispositivo móvil puede registrar y difundir en cuestión de segundos aquello que sucede a su alrededor, sin necesidad de trabajar en un medio de comunicación. Es lo que se conoce como «periodismo» ciudadano, aunque, como ya revelamos en clase, existen aspectos de esta práctica que se alejan de la profesión periodística.
Los escenarios donde más destaca por su inmediatez el “periodismo ciudadano” son diversos: accidentes, manifestaciones, catástrofes naturales, países autoritarios (con acceso restringido a la prensa). Un ejemplo que vimos en los talleres fue el amerizaje de un avión sobre el río Hudson, en Nueva York, cuya primera imagen, realizada con un móvil y publicada en Twitter, mostraba a los pasajeros fuera del avión sobre las alas esperando a ser rescatados. Fue tomada por un pasajero que viajaba en el ferry que acudió en su auxilio.
Tradicionalmente la ciudadanía ya participaba en los medios de comunicación a través de cartas al director, defensor del lector (Ombudsman), tribunas de opinión, intervenciones telefónicas, etc. Sin embargo, la aparición de las NNTT e internet han propiciado nuevas formas de participación: a través de SMS, redes sociales (RR SS), wikis, weblogs/blogs/bitácoras, webs, canales de vídeo on line, etc. Sobre todo ha promovido que la ciudadanía cree contenidos propios, tanto a nivel informativo, divulgativo como de opinión; y genere contenido sobre hechos noticiosos, cuenta lo que sucede a su alrededor, aquello de lo que es testigo o le han contado.
Sin embargo, la red conlleva ciertos riesgos como son la inmediatez y la falta de rigor a la hora de contrastar la información que se difunde. En ocasiones se dan por muertos a personajes célebres que aún no han fallecido o se siembra el caos con la difusión de alertas falsas. Tampoco existen normas deontológicas que cuiden la imagen y el honor de las personas en determinados sucesos, sólo el buen o mal gusto de la ciudadanía.
El «periodismo» ciudadano no se puede concebir como periodismo porque no aplica rigurosamente los criterios de interés general, veracidad, exactitud, honestidad profesional, etc. obligatorios en toda información que se catalogue como periodística. No suele procurar información propia por falta de fuentes y recursos, los ciudadanos no poseen el tiempo suficiente para investigar aunque ahora tengan más capacidad para difundir. Y por último, siempre serán necesarios profesionales, periodistas, que elaboren con eficacia y honradez la información, cribando los bulos y confusiones que se generan en Internet.